Al anochecer, entre los toques, tiene lugar la procesión en la que la imagen del santo recorre las mismas calles que en la antigüedad, finalizando el itinerario en la ermita para, a continuación, oficiar la misa en su honor.
Desde tiempo inmemorial, los donativos en especie obtenidos por las mandas, posteriormente, eran subastados durante la velá por la propia familia de la camarera que estaba al cuidado de la ermita e imagen. El párroco era quien recogía el dinero recaudado cuyo destino era el sostenimiento del culto y adecentamiento de la ermita. Cuando con el transcurrir de los años la economía del vecindario fue recuperándose, las limosnas se comenzaron a dar en efectivo y su finalidad seguía siendo el sostenimiento del culto.

Al anochecer, entre los toques, tiene lugar la procesión en la que la imagen del  santo recorre las mismas calles que en la antigüedad, finalizando el itinerario en la ermita para, a continuación, oficiar la misa en su honor.
Desde tiempo inmemorial, los donativos en especie obtenidos por las mandas, posteriormente, eran subastados durante la velá por la propia familia de la camarera que estaba al cuidado de la ermita e imagen. El párroco era quien recogía el dinero recaudado cuyo destino era el sostenimiento del culto y adecentamiento de la ermita. Cuando con el transcurrir de los años la economía del vecindario fue recuperándose, las limosnas se comenzaron a dar en efectivo y su finalidad seguía siendo el sostenimiento del culto.
En la actualidad, en la festividad de San Bartolomé, la ermita también permanece abierta durante todo el día, para acoger a aquellas personas que deseen visitar al santo y decirle unas oraciones, así como para que puedan realizar las dádivas que, por mandas, hayan hecho. Por la noche, en el transcurso de la “velá”, la ermita también permanece abierta y el santo es visitado por numerosos fieles y devotos. Esta enraizada tradición de visitar al santo por la noche, se viene practicando desde fechas pretéritas y permanece indemne e indeleble en las costumbres de los habitantes de Dos Torres. Aunque durante todo el día se puede escuchar el tintineo de las campanas de la ermita, es por la noche, después de misa, cuando el vecindario en general no cesa de hacerlas repicar en señal de fiesta y regocijo.

LA “VELÁ” DE SAN BARTOLOMÉ

Desde siempre, al anochecer, los habitantes de Dos Torres acudían a la ermita de San Bartolomé. En la lonja y alrededores de la misma se disponían puestos en los que se solía rifar turrón, artículos de menaje de cocina y juguetes, entre otros.

LA "VELÁ" EN NUESTROS DÍAS

Fue en el año 2003 cuando comenzó de nuevo el esplendor de la “velá”. Ese año, el Ayuntamiento de Dos Torres contrató a un conjunto foráneo y al grupo “Nostalgia” de la localidad, que actuaron en un escenario preparado al efecto en la lonja de la ermita. En fin, la “velá” era un constante ir y venir de la vecindad. Desde el año 2003 se acabó con este ir y venir. Los actos religiosos siguen siendo los mismos y, ciertamente, son muy pocos los puestos de feriantes enclavados en las proximidades de la ermita, pero el sentido de la “velá” ha cambiado de manera significativa. Ahora, el vecindario sube y se queda en la lonja y en los poyetes de los muros de ésta no queda un solo hueco para sentarse, hasta el punto de que la familia encargada del cuidado de la ermita, saca los bancos de la misma para que puedan descansar las personas allí congregadas. Y son numerosos los vecinos y vecinas que bailan al son de los boleros, pasodobles y música bailable que, cada año, ofrece el grupo “Nostalgia”.